viernes, 26 de octubre de 2007

El PDNPN.- Por Denise Dresser

Imágenes de la patria. Vicente Fox y Marta Sahagún abrazados bajo un árbol, presumiendo su rancho. Roberto Madrazo con los brazos en alto, celebrando su triunfo en el maratón de Berlín. Mario Marín en una reunión reciente de la Conago, sonriendo mientras platica con sus contrapartes. Ulises Ruiz de la mano de su esposa, paseando por un hotel de lujo en la playa. Arturo Montiel, en un resort invernal, esquiando de cuesta en cuesta. Emilio Gamboa sentado en la Cámara de Diputados, negociando las reformas a la medida del priismo desde allí. Personajes impunes, progenitores de la desconfianza, númenes de la impunidad, patrones de la trampa, emblemas de la nación, faros de la mentira e íconos de la República. Protagonistas prominentes del País Donde No Pasa Nada.
Donde hay muchos escándalos, pero muy pocas sanciones. Donde proliferan las fotografías sugerentes pero no las investigaciones contundentes. Donde siempre hay corruptos señalados, pero nunca corruptos encarcelados. Y donde todo esto es normal. Los errores, los escándalos y las fallas no son indicio de catástrofe, sino de continuidad. El coyotaje practicado por la primera dama o la pederastia protegida por un gobernador o la fortuna ilícita acumulada por un candidato presidencial o las negociaciones turbias entre un senador y un empresario no son motivo de alarma, sino de chisme. No son síntoma de un cáncer a punto de metástasis, sino de una urticaria con la cual el país se ha acostumbrado a convivir. La permanencia en el poder público de quienes violan sus reglas más elementales es lo acostumbrado, tolerado, aceptado. Lo que ha sido será y no hay nada nuevo bajo el sol.
O sólo la grabación telefónica más reciente o la entrevista incriminatoria más picante. Aquello que se vuelve tópico de mil sobremesas y comidilla en un centenar de cafés. Siempre acompañado de inescapables manifestaciones de indignación e increíbles muestras de sorpresa. Como si nadie hubiera conocido la trayectoria de Roberto Madrazo desde su elección fraudulenta en 1994. Como si nadie hubiera leído hace años los reportajes de Proceso sobre la playa El Tamarindillo y el tráfico de influencias -orquestado desde Los Pinos- que revelaron. Como si nadie hubiera oído a Emilio Gamboa decirle a Kamel Nacif sobre una iniciativa que perjudicaba sus intereses: "Va pa' tras, papá; esa ching... no pasa en el Senado". Como si nadie hubiera escuchado las conversaciones grabadas entre Mario Marín y Kamel Nacif. Como si el país entero se hubiera olvidado de ellas. Y eso es precisamente lo que ocurre: primero el escándalo y después el arrumbamiento.
Porque en todos los casos de corrupción en el País Donde No Pasa Nada, no importa la evidencia, sino la coyuntura política. La correlación de fuerzas en el Congreso. El calendario electoral. Las negociaciones entre los partidos y sus objetivos de corto plazo. La relación entre el Presidente y la oposición que busca acorralarlo. Las conveniencias coyunturales de los actores involucrados. Los intereses de los medios con agenda propia y preferencias políticas particulares. En un contexto así, el combate a la corrupción se vuelve una variable dependiente, residual. No es un fin en sí mismo que se persigue en aras de fortalecer la democracia, sino una moneda de cambio usada por quienes no tienen empacho en corroerla.
Cotos como el que Mario Marín erigió en Puebla y la Suprema Corte ha intentado desentrañar. Mil doscientas cincuenta y un páginas donde la comisión investigadora determina que el arresto de Lydia Cacho "fue una componenda del gobernador con el empresario". Mil doscientas cincuenta y un páginas que describen de manera detallada cómo las instituciones se pusieron al servicio del gobernador y sus amigos. Cuarenta personas -procuradores, jueces, comandantes, agentes judiciales- involucradas en una conspiración; en un "concierto de autoridades con el objetivo, no de enjuiciar, sino de perjudicar a la periodista" como lo subraya la Foja 1137. Evidencia inequívoca que no puede ser ignorada. O archivada. O eludida como quisiera -por lo visto- hacerlo Diódoro Carrasco, el presidente de la Comisión de Gobernación, cuando afirma que las conclusiones de la Suprema Corte "no son vinculatorias ni para el Ejecutivo ni para el Congreso".
Pero siempre se nos dice que, ahora sí, la impunidad terminará. En este sexenio, la Secretaría de la Función Pública -de verdad- actuará. En el gobierno del "México ganador" -de verdad- los juicios políticos ocurrirán. Todos los esfuerzos se encaminan en esa dirección, afirman los vendedores de la inmunidad gubernamental. El gobierno de la República trabaja para ti -anuncian-, mientras parece hacerlo siempre para ellos, los mismos de siempre. Los López Portillo o los Salinas o los Cabal Peniche o los Madrazo o los Montiel o los Marín o los Ruiz o los Gamboa o los Bribiesca Sahagún. Desde hace décadas, el gobierno como la explotación organizada, como la depredación institucionalizada. Así se vive la política en México. Así la aceptan sus habitantes.
Emerson escribió que las instituciones son la sombra alargada de un solo hombre. De ser así, las instituciones confabuladas de México son el reflejo de sus habitantes; de aquellos estacionados cómodamente en el viejo orden de las cosas. Ciudadanos complacientes que contemplan a los corruptos, pero no están dispuestos a pelear para consignarlos. Ciudadanos imaginarios, atraídos por las imágenes de la patria ennegrecida, pero que no levantan un dedo para limpiarla. O exigir que quienes la gobiernan tengan un mínimo de decencia. O gritar que los mexicanos se merecen más que Marta Sahagún o Arturo Montiel o Roberto Madrazo o Mario Marín o sus facsimilares a lo largo del país. Algo como lo que hizo Lydia Cacho cuando alzó la voz y comenzó a contagiar la valentía que siempre carga dentro. Por ello recibirá un premio mañana en Nueva York y aprovecho para reiterar cuán orgullosa estoy de ella por los límites que ha empujado. Pero nadie puede enorgullecerse del país que produjo su caso y -hasta la fecha- intenta ofuscarlo. El PDNPN.
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Fecha de publicación: 22 Oct. 07

martes, 2 de octubre de 2007

La reforma pendiente...

"El nacionalismo es ansia de poder templada por el engaño a sí mismo".-George Orwell.

De poco o nada servirá una reforma fiscal que aportará poco más de 100 mil millones de pesos anuales a las arcas públicas si no se acompaña pronto de una reforma energética. Pero no queda claro que el acuerdo que tuvieron los partidos políticos para impulsar la reforma electoral y la fiscal se mantenga en el momento de enfrentar los tabúes del sector energético. No es ninguna novedad que la producción del yacimiento petrolero de crudo de Cantarell está declinando. Algunos yacimientos más pequeños han permitido compensar parcialmente esta caída, pero ha sido más bien el alza de los precios internacionales del petróleo lo que nos ha impedido sentir el impacto completo de la declinación. Las consecuencias negativas, sin embargo, están ahí y son inescapables. Tarde o temprano bajarán los precios del petróleo y el país se dará cuenta de que nunca tomó medidas para compensar la declinación de Cantarell. Independientemente del nivel de los precios del petróleo, de hecho, lo más probable es que en menos de una década nos convirtamos en importadores netos. Y entonces los altos precios de los hidrocarburos serán un lastre más que una fuente de ingresos. Las consecuencias de las restricciones a la inversión ya son evidentes. A pesar de ser un país petrolero, en México estamos importando más del 30 por ciento de la gasolina que usamos. El costo que esto tiene se incrementará ahora como consecuencia de la cancelación de los ajustes que se venían haciendo en los precios de la gasolina Magna. ¿Por qué? Porque estamos exportando petróleo crudo a Estados Unidos, pero sólo para comprar gasolina cara y revenderla más barata en México. Es un esquema irracional diseñado para perder dinero. En la actualidad estamos gastando 8 mil millones de dólares al año para importar gasolinas: casi lo mismo que se obtendrá de la reforma fiscal. En las condiciones actuales este monto simplemente seguirá creciendo. Pero ésa no es toda la tragedia. Las refinerías de México pierden dinero en un negocio en el que, ante la escasez internacional de combustibles, ninguna otra planta del mundo registra pérdidas. Y éstas son previas a los impuestos confiscatorios que el Gobierno federal le cobra a Pemex. Las pérdidas son simplemente consecuencia de falta de inversión. Hay una refinería de Pemex que sí es rentable. Pero el problema es que se encuentra en Deer Park, Texas, y es una coinversión con Shell. En México se prohíbe a Pemex tener socios privados. Esto llevó al gobierno del ex Presidente Vicente Fox a considerar la posibilidad de establecer una nueva refinería, pero no en México, sino en Centroamérica. No hay comentario más triste a la camisa de fuerza de nuestra legislación energética que este intento de establecer la refinería que tanto necesitamos, en otro país con el fin de incorporar a los socios que son indispensables para ella. Pemex no puede dedicar más dinero a las refinerías porque los pocos recursos que tiene deben dedicarse a operaciones más rentables y en particular a la extracción de crudo. Buscar socios para el negocio de la refinación es inevitable. Si no lo hacemos, simplemente seguiremos importando gasolinas y enriqueciendo a los refinadores de Texas. Hay muchos otros procesos en la industria energética en los que necesitamos urgentemente inversión privada. Es absurdo, por ejemplo, que no podamos tener capital privado en ductos, lo cual nos impide modernizar la red de gasoductos y oleoductos. En cambio, todo el transporte terrestre de productos de Pemex es privado. ¿Cuál es la lógica de prohibir la inversión en ductos? ¿Obligar a Pemex a pagar 40 veces más para mover sus productos por carretera? ¿De verdad nos ayuda esto a ser un país más próspero y soberano? Casi todos los países del mundo mantienen la propiedad original de los hidrocarburos en manos del Estado. Pero casi ninguno establece un monopolio tan dañino como el que nuestros políticos han creado aquí. Volvamos la vista a Canadá, a Alaska en Estados Unidos, a Noruega, a Brasil y a Cuba: nos daremos cuenta de que la propiedad pública de los hidrocarburos puede combinarse con una eficiente y necesaria inversión privada. La limitación a la inversión privada en energéticos es una de las razones por las que México ha crecido tan poco desde hace años. El asfixiante monopolio de Pemex no ha servido para crear riqueza ni para rescatar a los millones de mexicanos que viven en la pobreza. Todo lo contrario. El sector energético está en camino de convertirse en un lastre económico. Hemos desperdiciado la bonanza petrolera con unas políticas que fueron aparentemente diseñadas por nuestro peor enemigo.

Sergio Sarmiento.
viernes, septiembre 28, 2007

lunes, 1 de octubre de 2007

En Defensa del Campo y de la Soberanía Alimentaria

TENEMOS UN RETO PARA TI: Necesitamos también tu firma, porque el 1 de enero del 2008 se abrirán de par en par las fronteras nacionales a las importaciones de maíz, frijol y leche, lo cual afectará económica y socialmente a los productores mexicanos, al tiempo que provocará inseguridad alimentaria, especulación de precios para los consumidores y una enorme vulnerabilidad para el país.
Desde el 2006, los productores estadounidenses esperan esa apertura para invadir el mercado mexicano con maíz y frijol falsamente baratos debido a los elevados subsidios que reciben de su gobierno, ante lo cual no podrán competir los productores mexicanos que además carecen de apoyos.Este escenario será todavía peor si se aprueba que la transnacional Monsanto inicie siembras experimentales de maíz transgénico, pues contaminarán la diversidad de maíces mexicanos con los genes patentados por esa corporación, lo cual además permitirá a Monsanto cobrar regalías a los campesinos afectados.Juntemos 1 millón de firmas en contra de la apertura de las fronteras a los alimentos básicos y en demanda de alimentos libres de transgénicos. Estas firmas serán entregadas al presidente de la República y al Poder Legislativo.Recuerda: La independencia de México empieza por el estómago, no podemos ser independientes si no producimos nuestra propia comida. ¡PARTICIPA CON TU FIRMA!